sábado, 31 de octubre de 2009

DE KEIRA KNIGHTLEY

Artículo originalmente publicado en Ventana Indiscreta nº1, revista de cine de la U. de Lima.


Me gusta creer que Keira Knightley es una figura del pasado más que una actriz. Será porque las imágenes de Elizabeth Bennet (Orgullo y prejuicio) y de Cecilia Tallis (Expiación) son las únicas que vienen a mi mente cuando escucho su nombre. Señoritas de sociedades pasadas, con porte principesco y finura encantadora, románticas de verso y de diligente paciencia, tan agradables a la vista como al oído. Retratos refinos -ambos responsables de Joe Wright, que sirvió provechosamente del semblante de su bello fetiche-, propios de la pretérita dama inglesa que proyecta ser.

Esa elegante figura del pasado se pervierte cuando se interponen sus fallos curriculares como cazarrecompensas (Domino), apasionada pirata (Piratas del Caribe) y reina guerrera de la Mesa Redonda (Rey Arturo), intentos vacuos de hacer industria, dañosos a su evocable imagen, la de cuando de seda viste.

Su perfil de damisela enamorada, defendido en estas líneas, es consecuencia de sus picos en las cintas de época de Wright, haciendo una disyuntiva de su versatilidad actoral, queriendo demostrarla con rudeza en más de una ocasión con olvidables resultados. Como en la trilogía de los piratas caribeños, desfile de pirotecnia al servicio de las maromas de Jack Sparrow, en la que su personaje, Elizabeth Swann, es apenas decorativo. En Domino, videoclip dilatado de vértigo mareador, opta por las armas y la violencia con impostado descaro en pos de recompensas. Por otro, el arco y la flecha le sirven como indumentaria del disfraz de Guinevere en la épica y traficada Rey Arturo. Tres incursiones con requerimientos físicos que poco y nada exigen el talento interpretativo, sea cual fuere el caso, asistiendo a las asentadas demandas de la industria de los rostros, Hollywood, que aprovecha cada margen para corromper con su caudal.

Menos sonados son los casos Pre-Wright de Quiero ser como Beckham, considerada su vitrina, y Realmente amor; películas menores de importancia secundaria en su filmografía, con las que aporta poco más que su sonrisa en sus alternadas apariciones primeras.

El 2008 regresaría nuevamente en el tiempo para encarnar a Georgiana Cavendish, Duquesa de Devonshire, ícono de la frivolidad del siglo XVIII, en La duquesa, confirmando que su status “de época” está enlazándosele. No sólo yo creo que Keira Knightley es una figura romántica del pasado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

A COLOUR BOX (1935). Animación de LEN LYE


Entre azules, verdes y rojos, por limitaciones del reseau, filtro propio del Dufaycolor, antiguo proceso franco-inglés de coloración fotográfica, este rítmico audiovisual se muestra como uno de los más festivos y disfrutables de su época. Época en la que el cine experimentaba y explotaba sus posibilidades recién descubiertas, en piezas de corta duración, que condensaban las problemáticas de los autores en una idea general, desarrollada sin alargamientos ni ambages para no "turbar" al receptor con polisemias.

Así como desde un inicio se forjaba un establishment, soso y burgués, las infaltables corrientes rebeldes e innovadoras hacían lo opuesto, al desviarse del camino "correcto" para alegar con actos visuales, según sus influencias artísticas, contra ese sistema que empezaba a cimentarse. Si en un polo se mostraban formas figurativas e inteligibles, como gente en plática o laborando; en el/los otro(s), a cuadrados rojos dispuestos a danzar cual mortales, o líneas blancas que al hacer contacto con otras similares se disuelven como azúcar en agua, o fondos de apariencias moleculares que guardan en su trasfondo vivaces esfuerzos de atención, entre muchos más, tantos como la imaginación arroje, probablemente aún así quedando corto. Todos, en su visión propia del arte, enseñan que para cautivar no es necesario hacer uso de lo que todos conocen o identifican. La abstracción a eso refiere, a decir tanto o más que lo captado por nuestros sentidos en situaciones rutinarias, en el día a día.

Franjas paralelas que se redoblan y transforman en ondas sonoras visibles, colores que se alternan para dar dinamismo mientras algunas figuras con apariciones fugaces y esporádicas brindan versatilidad y apoyo al fondo generalmente azul. Por el final pareciera que diversos mosaicos amagan quedarse en escena, pero la melodía cubana de Don Baretto y orquesta, no permite estaticidad a ninguna de las partes, logrando la elaboración de un collage armónico en ritmos y colores. La festividad de la música contagia de movimiento incesante a todos los elementos que componen esta obra enajenante por su belleza cromática-móvil.

Un panel de expertos en el festival de cine de animación en Annecy, Francia, consideró a esta como una de las 10 obras más significativas en la historia de este género.

Sólo queda disfrutarla.


martes, 27 de octubre de 2009

MANGA SE DEFIENDE DEL CÓMIC


(Discutimos como si no supiéramos que) la historieta es una narración en imágenes secuenciales. Se le denomina Cómic en América y Europa, y Manga en Asia, específicamente en Japón, con la variante en la forma de lectura y colocación de las viñetas. El cómic se lee de izquierda a derecha y el manga, viceversa; diferencia no menor de carácter cultural relativa a la forma de lectura y escritura tradicional propia de los occidentales como de los orientales, respectivamente. Eso sin duda es la principal desigualdad.

Por otro lado, la reconocible caracterización de los personajes, sus perfiles y fisonomías se deben a convenciones decanas y no a un consenso de estilo de lo hecho en Japón: Osamu Tezuka, considerado el Dios del Manga, esbozó unos cuantos tópicos que el tiempo y la mayoría de autores sedimentaron (ojos grandes y redondos, psicología voluble, desproporcionados físicos, etc). En tanto, si entendemos por Manga como mostración gráfica de mimosos y pueriles estereotipos viñetados, caeremos en una gran arbitrariedad. ¿Por qué? Fácil respuesta.

Citemos un caso cinematográfico análogo:

Nuestra cartelera es víctima del todopoderoso armamento hollywoodense que ataca jueves tras jueves. El cine producido en Hollywood -no en todo Norteamérica- es hegemónico en casi todas las salas de cine en el mundo. Es el pan (duro) de cada día. Ergo, no lanzaremos la enorme roca verbal al decir que el cine estadounidense es un cáncer virulento para el arte sétimo.

Hollywood es un catálogo de clichés, generalmente ordenados en similares esquemas para cada película, bajo una fórmula por demás monótona y reprochable. En cambio, el cine estadounidense -término más general que incluye a Hollywood- comprende de variedad temática y recursiva, irisado en tendencias, influencias y nombres referentes.

Este caso es parangonable al mainstream del manga, que exporta sus obras de manidos argumentos y estereotipos (la lucha entre el bien y el mal, el protagonista joven y talentoso, la comedia romántica de amores frustrados y los grupos mágicos o de artes marciales) en dirección a un comprobado y amplio público consumidor de la misma cantaleta (Estados Unidos, España, Argentina, Italia y Francia, principalmente) ¿Acaso el cómic americano está libre de los clichés y de las pretensiones comerciales con que señalan al manga? Negativamente responden las varias macrosagas de superhéroes inmunes al paso del tiempo. Ambos gozan del mismo estatus y sufren la misma ofuscación.

Una diferencia aceptada como importante, pero que no varía sus condiciones de historietas, es su forma de producción y presentación. Cierto que es mucho más económico el oriental, pero cuando se realiza el tankoubon, tomo exclusivo para un solo título que incluye varios capítulos recopilados de los semanarios, la calidad de impresión mejora, y mucho. El color sigue siendo omitido, lo cual ya es una particularidad característica y disfrutable.

¿El manga una fiebre de consumo? Apreciación ligera y desacertada, pues no habría porqué no calificar igual a los superhéroes de Marvel, DC y Dark Horse. Rumiko Takahashi (Inuyasha, Ranma ½) Akira Toriyama (Dragon ball Z), Masami Kurumada (Saint Seiya, Bt’x), las chicas de CLAMP (Card Captors Sakura, Reyearth) y el Osamu Tezuka de Astroboy y Jungle Taitei son los autores que “afiebraron” a las masas. Los superhéroes en mención contribuyeron con lo suyo en occidente.

Pero estos exponentes y estos títulos son sólo los referentes del mercado y no del noveno arte como sí lo son Crumb, Manara, Pratt, Moore, Oesterheld, etc. Por la cuota nipona, Masamune Shirow (Appleseed, Ghost in the Shell), Katsuhiro Otomo (Akira), Naoki Urasawa (Monster, 20th Century boys, PLUTO) o el Osamu Tezuka de Hi no tori, Adolf y Buddha.

La disociación entre manga y cómic no radica en lo temático o la forma del trazo, lo que es relativo a los estilos -algunos aplicados hasta el hartazgo y otros muy originalmente en contadas ocasiones- sino a la competencia del mercado o las ínfulas artísticas de los americo-europeos por estar un paso adelante.

Lástima siento por la “versión japonesa” cuando es víctima de desprecio por voces “intelectuales”, quienes la desvirtúan y despotrican por ser “comercial” y convencional, aplicando el más voraz prejuicio para adjetivarla con tanta saña, no entendiendo -o queriendo no entender- que como existe el manga “de consumo”, también existe el manga “de autor”. Lo propio diríamos del llamado cómic.

Manga no es un género aparte en las historietas, mucho menos un arte diferente, solamente es una denominación dada en otra geografía, Japón, al mismo arte gráfico y narrativo. Que esa reconocible diferencia no sesgue nuestro razonamiento.

domingo, 25 de octubre de 2009

SYMPHONY DIAGONALE (1925), Corto animado de VIKING EGGELING


"Ritmo visual totalmente autónomo". "Imágenes renuentes a cualquier añadidura sonora no propia de la proyección fílmica", entre otras glosas, argumentadas por la misma impresión, deja esta entrega de mediados de los '20, tiempo en el cual ni se imaginaba la llegada del sonoro. La historia de las interpretaciones musicales en vivo para acompañar las proyecciones de películas "mudas" ya todos la saben, pero precisamente a esa historia es a la que no contribuyó Eggeling. Actitud trasgresora típica de un outsider como este sueco de origen alemán.

Su obra se compone con líneas, rectas y oblicuas, largas y cortas, delgadas y gruesas, que cadenciosamente desfilan en pantalla intentando sugestionarnos con las abstractas formas que figuran, entregándonos una obra (silente) tentadora para la experimentación de diversos músicos, quienes la cogen para intentar darle ritmo propio con su talento sonoro y así volver suya esta pieza magistral de independencia musical, la cual virtuosa en su silencio debe su grandeza al tempo sugerido por las imágenes formadas, que armoniosas al intervenir vuelven música los rastros que dejan.

PD: Eggeling quería autonomía de la imagen para sugerir compás, así que -si quieren entender su intención- recomiendo ver el vídeo sin audio, y descifrar un tanto la motivación de este músico para imponer sus propias melodías con esas sugestivos diseños ajenos.

El guitarrista sueco Stefan Östersjö experimenta:

miércoles, 21 de octubre de 2009

CU4TRO


Las películas episódicas peruanas iniciaron su historial con Cuentos Inmorales en el 78, a las que le siguieron próximamente Aventuras prohibidas en el 80 y Una raya más al tigre al año siguiente. Mucho tiempo ha pasado desde la última vez que se juntaron en el cine peruano esfuerzos con un mismo perfil temático, cortos filmados y unidos en pos de irisar la premisa argumental de la película con las perspectivas varias de sus autores, calificando la obra siempre de irregular en sus resultados expresivos como conjunto porque la realización individual de cada episodio estuvo cargo de un director diferente. Es que la heterogeneidad de los talentos en grupo siempre desnivela la fila.

No obstante, este modo de presentación no sólo se debe a emprendimientos artísticos sino principalmente a astucia comercial, atando las historias cortas pareciéndola una larga mediante un encadenamiento por conveniencia, con que una mayor repercusión mediática se garantiza, sin contar con el agregado de los nombres “rentables” que puedan figurar. La reciente Cu4tro es del caso convenido.

Frank Pérez-Garland, Christian Buckley, Bruno Ascenzo y Sergio Barrio expiden melancolía con disfuerzo, sus personajes extrañan un sentimiento que los ha dejado, un vacío de pena que motiva sus caras largas, sus conductas emo deprimentes, esas ganas de llorar por sus condiciones derrotadas. Por eso, es que la película es esencialmente penosa, porque quiere mirar la historia aciaga de nuestras vivencias, ese lado que tiene poca luz, “filmado” en los recovecos más oscuros, queriéndonos apenar a son de lamentos. Debido a eso, Cu4tro, intimista, apenas sale de interiores, ambientes con techos bajos, con mucha sombra en los ángulos. La música se reemplaza por silencios de sepulcros y voces revesadas de los actores conocidos, todos, que comparten escena y que esta vez están prohibidos sonreír.

Sus cuatro capítulos pueden compartir la clave de la fatalidad y el ausentismo de afecto, pero nada más los emparenta. Ese sólo carácter justifica su fusión.

Para una consecuente reflexión sobre esta película es conveniente referirse a cada una de sus partes como expresiones autónomas, como aciertos o yerros responsables de cada uno de los firmantes.

El primer episodio, en la calidez de un hogar silencioso con luces tenues, el personaje de Vanessa Saba divaga, se entristece y llora. A paso rastrero, con semblante de luto y cursilería de quinceañera, extraña a su amor que sólo se manifiesta ante el espectador mediante su voz grabada en el teléfono. Ya no está, no se sabe por qué, no importa. ¿Qué importa entonces? La mostración de su depresión progresiva en el marco de una cotidianidad sosa, enfatizado cuando se raya el disco de vinilo, y que ya no se sostiene sobria.

Frank Pérez-Garland posa cual artista sensitivo a las penas humanas con una secuencia adormecedora, deprimida, que pretende entrañar con la sumisión de Saba ante el dolor de la soledad sin siquiera suspender interés. Su personaje es una materia viva en un acelerada proceso de descomposición emocional. 4, nombre del episodio, sufre de una linealidad elemental que no hace favor a nadie.

Muy simpática e inteligente por su parte es 3, de Buckley, que con chispazos de humor negro y sátira a la impasibilidad de los servicios privados levanta el ánimo sin zafarse de sus pretextos fatales. La muerte de su padre conduce a dos hermanos a una funeraria donde confrontan sus antipatías y sus contradicciones delante de la aprovechada vendedora de gesto imperturbable.
Los parlamentos insustanciales e intencionalmente torpes entre Ascenzo y Katia Condos, como vendedora, disipan el cliché de la tensión entre enlutados y ajenos que no saben qué decirse. Asimismo las alteradas tratativas por tarifas y consejos son ridículas; por lo tanto, dotadas de un humor insolente que se ríe taimado de la desgracia.

Pero los buenos momentos se interrumpen con la incursión de Ascenzo en la dirección. 2 se acongoja por los impedimentos morales del amor entre niña y adulto. Ambos personajes, de Miguel Iza y de Gisela Ponce de León, son introspectivos, autoflageladores, inclusive acechadores tímidos entre ellos mismos. Un amor provocado por sus abandonos, por sus estados de soledad absoluta, por la pena de sentirse nadie. Personalidades compatibles por su patetismo y simples psicologías sensibleras.

Su remate es desencantado, aleccionador para mártires del amor dañoso, de actitud emo en cada detalle de su corta duración.

Bruno Ascenzo se lamenta la derrota del amor lastimoso, de circunstancias adeversas, que sufre de moralina social. Su juventud quizás influya en su perspectiva pueril del asunto.

Al final del rollo, Sergio Barrio perpetraría el episodio más pretencioso y con mayor potencial manipulador del grupo. 1 es de temática gay y no sólo en mención sino en la explicitud de los besos y caricias entre un Paul Vega prácticamente inmóvil, un servil Renzo Schuller y un Óscar López Arias como prostituto.

Los dos primeros son una pareja dada a las concesiones de la carne, al despojo del placer por la valoración de los sentimientos, por eso es que sus encuentros sexuales se dan con un tercero, quedando Vega de voyeur por su incapacidad de movimiento. Con la escena sexual, Barrio, bifurca el placer del afecto, cuya convención los indica como dicotomía. Empero después de su alegato viene su brochazo definitivo con sacrificios, ruegos y lágrimas. Barrio se embadurna los dedos de miel con el panal del guión, no aguantó la tentación de girar hacia la tragedia e impostar una oscura cosmovisión de los conflictos afectivos. Entonces, los besos y caricias quedan como pompas y las decisiones finales como trucaje de culebrón.

Más que Cu4tro es 4, 3, 2 y 1. Cada capítulo habla por sí mismo, dejando sus saldos independientemente sin comprometer nada de los otros. El tiempo dará parte si deja a uno de estos como referencia a futuro, como cuando se habla de Los Amigos, de Lombardi, a pesar que 31 años atrás se vio en gigante por primera vez Cuentos Inmorales del cual comprende. Ver para suponer.

domingo, 18 de octubre de 2009

ÚLTIMA ÉPICA ROSADA


24 horas después, el Callao entero es una verbena. La rosada procesión bullanguera que empezara ayer su recorrido desde el Miguel Grau se ha diseminado por los recovecos del puerto y sus calles. Es que un grande ha resucitado y no precisamente de milagro, sino por obra y gracia de goles y cánticos, por la devoción obrera de un pueblo, que lo menta con dulzura. El mayor patrimonio popular de Callao, Sport Boys -hoy inmaculado- , rosado, flamea de nuevo. Más lindo aún, de noche. Cuando empiece el 2010, la fiesta recién habrá terminado.

Ayer por la noche todo el puerto miró hacia el Miguel Grau, todas las moscas volaron sobre su perímetro y todos sus relojes apuntaron sus agujas hacia el estadio. Callao y Moquegua respiraron ayer otros aires.

En un ambiente cargado de ansiedad, Cobresol no fue capaz de soportar la oleada de las tribunas, que mientras más pasaba el tiempo achicaban sus márgenes y parecían pisar la cancha, parecían empujar, parecían meter goles, como en el último de Elías, para el cual todos soplarían hacia las redes. No solo los gritos se desataron; también, lágrimas a borbotones; rezos, susurrantes y angustiosos, cuales penitencias. El orden natural se trasgredió, pues el estadio se vino abajo.

Las frías estadísticas dirán que Waldir metió la primera bofetada de penal con respuesta doble moqueguana por parte de Bildoso y Casella, la remontada se daría con un segundo penal del “histórico aliancista” y un remate mordido de Elías. Pero las épicas no las escriben las estadísticas sino las certifican los testimonios del pueblo chalaco, que narrarán la noche del 16 de octubre con el romanticismo de los héroes.

Sport Boys está de vuelta, sus clásicos también. Con sonrisa pícara Cristal y Alianza lo esperan. Este año sin sus batallas no fue lo mismo.

Para revivir la épica:

viernes, 16 de octubre de 2009

MUNDO VIÑETA: ARTE Y POLÍTICA


Mundo Viñeta ocupa mi agenda estos días, las siguientes letras se motivan por dos puntos, ambos con ánimos críticos: artístico, el primero, sobre una de las exposiciones, y de organización, el segundo, sobre ciertas concesiones.

I. Artístico

Durante 28 años (1961-1989), una inanimada potencia de 3.75 m de alto y 15 km en extensión marcó la división del rostro de una cultura, separando sus dos mejillas políticamente opuestas por consecuencias de la postguerra. La escisión dejó dos sociedades democráticas aunque no autónomas: Alemania Occidental, capitalista, muy influenciada por EE.UU; y, socialista, Alemania Oriental, ocupada por la Unión Soviética hasta el hito histórico que motiva esta itinerante exposición gráfica, compuesta por 20 afiches temáticos por pulso y tinta de Flix.

Da War Mal Was… (Allá existía un muro…) fracciona, en una veintena de asuntos, las diversas perspectivas posteriores a la caída del Muro de Berlín, con afectación en lo cultural e idiosincrático, no sólo de la sociedad berlinesa sino de la alemana conjunta en testimonios de los protagonistas de las viñetas, quienes expiden humor y melancolía en sus reminiscencias.

La exposición es sobria en tintes, los afiches son prácticamente monocromos, empero matizados con sus diversos tonos posibles. Flix no elije sus colores por alguna convención sino por el término de irisar la muestra como conjunto, pues Da War Mal Was… es un solo testimonio de diversos ángulos, un solo concepto, no una retrospectiva colorinche del autor.

Los afiches germanos, explicados en castellano a pie de cada uno, penden en las paredes del triste pasillo que dirige al auditorio principal del Centro Cultural Peruano-Japonés, y a los baños también. A la intemperie dentro de un recinto de salas muchas, las viñetas de Flix se ventilan cuales pintas urbanas al servicio de curiosos que decidan detener su paso para apreciarlas. Un alemán en Kioto no recibe precisamente las mejores atenciones.

II. De Organización

Parece que con ese “favor” Japón paga su matrícula para Mundo Viñeta, al cual no aporta con gráficos sino con nada exclusivas proyecciones de películas anime en DVD, ofrecidas por los simpáticos piratas de Polvos Azules y del Centro Comercial –Cultural, los sábados- Arenales desde siempre. Animación de los otros países organizadores también están programadas en esa sala.

¿Sabrá siquiera el peor mangaka que en Lima este mes se hace honor a la viñeta? Cuando Jens Harder, Xoan Marín y Didier Tronchet vuelvan a Alemania, España y Francia, respectivamente, darán parte de lo que aquí pasa a sus círculos y gremios, mal que bien se formará una opinión de la movida comiquera que aquí se respira en los feudos europeos. Entonces Mundo Viñeta habrá cumplido en poner al Perú en el mapa. No obstante, si ningún representante nipón arriba a una celebración que lo cita en bandera, seguiremos invisibles para ese mercado -de los más omnipresentes en el mundo del consumo- y para sus mejores exponentes.

Otra lástima es que Suiza haya mandado sólo a Titeuf para representarlo. Me inquietan entonces las impresiones de Tirabosco sobre su visita del año pasado.

Si el próximo año Mundo Viñeta presenta más banderas, que no sea producto de la diplomacia y el oportunismo de ciertas Embajadas en pos del engrosamiento de sus créditos “culturales”.

El mismo Flix habla in deutsch de sus murales (originales), disfruten la vista.

jueves, 15 de octubre de 2009

NARUTO ENTRE NOSOTROS. GOKÚ DESCANSA EN PAZ

La experiencia "Naruto" supera todo lo convencional antes visto en la forma de seguir una serie. Sus fanáticos exploran todo medio y formato existentes (empezando por los DVD ultracompilados de episodios, siguiendo por los impertinentes spoilers de adelanto y culminando por la reproducción en video youtube de las viñetas manga de los capítulos últimos aún sin animar –método vigente-) en pos de la linealidad de la historia todavía intrincada y de difuso desenlace. La fidelidad a la misma supera las complicaciones de su difusión, no impidiendo que el número de seguidores detenga su crecimiento. Muchos más de los que empezaron, estamos inamovibles ante la incertidumbre del futuro de la fantasía ninja de Masashi Kishimoto.

Recién 4 años después de su estreno en la emblemática TV Tokyo, visité -por motivos curiosos a tanto bombo- su primer episodio con la seguridad de estar frente al inicio de uno de los tantos culebrones pródigos en estereotipos que ofrece la industria animada japonesa desde siempre, más aún si el firmante es Studio Pierrot, los mismos malcriados causantes del desastroso maho shojo Fushigi Yuugi (híbrido de los peores defectos de Sailor moon y Reyearth). Mi prejuicio cambió a expectativa tras la presentación mítica del oculto mundo ninja que contextualiza esta historia de fuerzas excéntricas, bestias que hablan y drama conmovedor. Como si faltara más.

Kishimoto lleva 10 años sumergiéndonos en los conflictos de las Aldeas Ocultas Ninja, donde los sueños utópicos y el derramamiento de sangre conviven por generaciones. Estos sueños utópicos se encarnan en el torpe protagonista, Uzumaki Naruto, quien focaliza los valores de pujanza y de fidelidad con cada vez mayor aplomo. El mismo ninja evoluciona su necedad a romántica convicción de sus promesas para la segunda temporada en la versión animada: Shippuden, mucho más lóbrega que la primera al ser la muerte en batalla moneda corriente.

Que recuerde, de los tantos que han pasado por mi retina, ningún shonen antes enfrentó a sus personajes con motivos dramáticos sin incurrir en la cursilería o al morboso pretexto del bloody fight siempre efectivo. Naruto le presta importancia al desarrollo psicológico de sus personajes secundarios (específicamente desde los episodios que comprenden el examen chounin) - dotándolos de perfiles propios que les potencian simpatía- para fomentar la complejidad de las sagas posteriores. Una apuesta autoral, inteligente y plausible, cuando los paquetes de clichés cada vez ganan más margen en el mercado.

Quienes seguimos semanalmente en este periplo, confiamos que el autor inspire su creativo y agite su lápiz entintado –entiéndase, que queme algunas neuronas extra- para encontrarle un giro de tuerca imprevisible que posibilite una extensa tanda más de este producto de cajón de la cultura popular actual, entregada en las últimas fechas a los conflictos vengativos de sus protagonistas en notables viñetas secuenciadas con ritmo vertiginoso, haciendo oda a lo sobrenatural de las artes marciales al mejor estilo wuxia del cine chino.

Resaltemos que hoy la serie supera las 450 entregas manga y los 300 episodios animados sin demostrar un atisbo de menoscabo. Kishimoto se mantiene entusiasta, notándose en la vitalidad de la historia, donde los muchos cabos sueltos no tienen prisa por atarse. Qué duda cabe que Naruto cierra la década como el ícono de acción juvenil más representativo.

Hasta ahora tintinean en mi oído estos cinco primeros openings de la serie.

martes, 13 de octubre de 2009

LA ZURDA ATÓMICA, DICEN


"La derecha ha tenido un gran éxito en vender a los jóvenes la idea de que la izquierda es sinónimo de terrorismo"

El historiador Nelson Manrique da en el clavo sobre
la manipulación neoliberal en el pensamiento juvenil
y no tan juvenil, como el de mi padre.

lunes, 12 de octubre de 2009

OCTUBRE EN VIÑETAS: 1.MUESTRA CÓMIC E ILUSTRACIÓN INJUVE


Y sin darme cuenta estoy dentro del Mundo Viñeta, congreso comiquero que no apoyaría ni anímicamente el año pasado por la precariedad de mi presupuesto de movilidad. Este 2009 quiero hacerlo mediante letras y presencia de curioso.

El primer asomo del festival que nos enmarca, y que pugna por ser el referente local de este arte ordenado como noveno, fue en el Centro Cultural de España con el nombre de Muestra Comic e Ilustración Injuve, cuya fisonomía comprende la imaginación gráfica de noveles quince artistas ibéricos y uno peruano a durar lo que queda de octubre, cuando la efervescencia historietística esté humeante por Lima.

La presente muestra exige una mirada reposada en cada detalle, pues ofenderíamos sus esfuerzos artísticos de omitir algún guiño de color o una línea curva nada caprichosa. Por eso, los visitantes, cuales penantes, recorreremos la galería a paso lento y rastrero para fijarnos en cada trazo que la compone con ojo admirado. No hay pierde de hacerlo.

Las pálidas paredes ceden ante el colorido y forma de cada uno de los cuadros compuestos de secuencias de humor o melancolías de gente que piensa en abstracto hasta de lo que no conoce. Avanzo y el piso de madera chilla tras cada taconazo, haciendo de preámbulo fugaz a la próxima figura por observar. Así, pegado a las paredes con postura inclinada hacia los cuadros, di vuelta entera a la galería en la soledad que permite la mañana.

La leyenda pintada en la pared, que saluda y pautea mi visita, divide a las muchas imágenes en dos grupos: Ilustración a la izquierda y Comic a la derecha.

La parte zurda conversa más con el onirismo y la trasgresión de la forma humana. Estilos pictóricos de inicios del siglo XX y técnicas de collage están confluidos en los firmados de los nueve expositores, de los que sobresale nítida Mar Hernández. La composición geométrica de sus muñecas(os) nos reta a admirarlas(os) con sus fijas miradas. Audaz, aplica una ceñida perspectiva de profundidad que con la desproporción de sus figuras humanoides atenebran su contacto visual. Si cobrara euros colgaría algunas Mar en mi pared.

El extremo derecho propone en secuencias viñetadas estados de ánimos y pretensiones existenciales que pueden sentirse o no, pero –inherentes por obligación en todo artista- son siempre producto de mundos propios, algunos enmarañados de poca legibilidad; otros, diáfanos e interesantes por la complejidad sincera de sus motivos. Destacan la oscura ironía de Raúl Ariño, la gracia del estilo tabloide de Igor Fernández y el irreverente humor cartoon de Jorge Parras.

Mundo Viñeta 2009 inicia en hombros de los noveles, quienes ya atendidos y aplaudidos dejan la posta a los recorridos europeos (Flix, Jens Harder y Didir Tronchet) que en los próximos días serán atractivo en sus conferencias, talleres y exhibiciones respectivas. Agendas en mano.


Una degustación, por la cámara del Ciudadano Pop

sábado, 10 de octubre de 2009

NOSOTROS VS EL GAUCHO: UN GRITO AHOGADO


CURSIVA: NOSOTROS NEGRITA: EL GAUCHO

Existen guerras eternas con prolongadas pausas, periodos de paz que hacen olvidar los enconos legados por las generaciones de atrás. Nosotros y el Gaucho tenemos un historial hostil desde que en 1969 les impedimos un periplo exclusivo por México, vengándose con referidas traiciones de por medio en 1978 en su propio terruño cuando entregamos las mejillas para seis fuertes manotazos suyos. Algunos episodios más tenemos en el archivo que nos hacen fruncir el ceño. Hoy esas piernas nuevamente se vieron enfrentadas en el marco nebuloso de las malas intenciones. En la presente quisimos privarlo de una cita que pactó desde que cayera en Alemania hace 3 años ya. Dos nuevos capítulos que consuman otro yaraví en mi pesar.

I.

Sin previas que importen, nos plantamos en plaza de Núnez dispuestos a pecar contra un pueblo angustiado. Zalameros, entregamos el redondo al Gaucho, fiero pero atolondrado, que con desorden veía difuminarse la esperanza con la que empezó a batallar. Su horizonte se nublaba como el cielo que los cubriría después.

Sólo en la zona nuestra acaecían las grescas, cerca de un Butrón listo a impedir que cualquier ataque sobrepase sus fronteras, impertérrito detrás de diez atrincherados ligeros de pies. Cada zarpazo de los enviados benditos de D10S les hacían nada.

Nuestro frente levantó murallas en dos flancos, que en la parte primera no pudieron ser quebradas a pesar de las embestidas varias que cayeran sobre sus cimientos. La bullanga que sonaba desde las gradas que circundaron el duelo se esfumó en el aire sin eco en los veintidós de abajo. René Ortubé, el cuerpo de la ley, todavía probo, pitó para el descanso sin novedades en el frente.

II.

El drama, engreído como siempre, hizo esperar su aliento hasta los últimos pasajes, no sin antes que un hasta ahora ignorado por los mandos gauchos, conocido como Pipita, hiciera una raya al gato instándolo a que se vuelva tigre. Después de su daño, el Gaucho, timorato se acomodó en su cueva por órdenes divinas, nos regaló el arma redonda retándonos a fregarlo. No nos volvimos tigre, pero al menos otorongo fuimos al frente.

Los testigos fuimos obnubilando nuestra visión en el mismo instante en que la densidad cargaba el campín con neblina y agua que caía como sollozo de un Dios verdadero que, como dicen muchos, es peruano. La batalla fue volviéndose invisible para los lejanos, quienes reforzábamos nuestra impotencia con burdos versos tirados al aire. La neblina hizo más íntimo el careo de los dos viejos antagonistas, sólo oíamos la fricción de sus piernas y la voz del cantor de turno de la tele, anhelando un desenlace distinto a la situación adversa en que nos puso Pipita.

Valientes más que lúcidos ocupamos terreno gaucho con un último jadeo de entrega, estaba reservada para Nosotros una lucecita en la neblina que destelló con un grito glorioso que impulsó a retumbar los tímpanos de los silenciosos indiferentes. Pudimos también hacerles una raya, dejando escaso margen para una respuesta hiriente. Pero como desdichados rebeldes, queremos ir contra algunos dogmas adversos que siempre te restriegan su condición irrefutable. Debíamos aprender con un último cocacho esa lección.

Qué poco duramos arriba, la gravedad hizo valer su ley y nos apagó en nombre de Martín, héroe gaucho definitivo, vitoreado cual gladiador asesino en el Monumental Coliseo de Núñez. Ahogó mi grito de guerra, ahondó mi pena y regó mis lágrimas.

Ortubé maldito, cuya justicia nos dio la espalda, pitó por último vez, profesando su fe al dogma del poderío Gaucho.

Yaraví.

La historia muchas veces es ingrata con el hidalgo, quizás lo deja morir para que pruebe gloria póstuma, aunque ahora creo que la nada quedará de legado. Abrazo la derrota de nuevo, me he acostumbrado, como he aprendido a atesorar migajas dulces de tanto pan duro.

Una página gris más para el archivo.
Mis letras en imágenes:

viernes, 9 de octubre de 2009

TARANTINO EN LIMA. TWICE THIS YEAR


Este año, como ningún otro, Tarantino ancló en Perú dos veces. En ambas citas, la primera fugaz en mayo y ahora con mayor y mejor presencia en octubre, no pasó por Machu Picchu ni por la soleada Máncora sino aterrizó directo en las oscuras salas de los cines capitalinos. El casi pelado y panzón director no asomó con pasaporte a Lima sino que a través de sus rollos (fílmicos) atravesó Aduana y se proyectó en gigante. Entonces, se hizo presente mediante los créditos de sus dos últimos opus, A prueba de muerte (parte del díptico, que hiciera junto a Robert Rodríguez, Grindhouse) y Bastardos sin gloria, que actualmente se ofrece en boleterías y en catálogos piratas como el manjar del momento.

La primera desapareció del listín antes que muchos supieran de su arribo, las pocas salas disponibles y los difícilmente accesibles horarios le impidieron una buena acogida en los tiempos de los gigantescos legos de Michael Bay, del Hugh Jackman como forajido mutante y de Tom Hanks como ciudadano ilustre del Vaticano. Fue en mayo cuando se sufrió más el cine pro canchita.

En A prueba de muerte, no da puntada sin hilo en señalamientos a la falibilidad del celuloide como defecto humano en la producción de un filme, a las hazañas de los dobles de acción con tufillo heroico y redentor, asimismo al disparate de la serie B, a todos sus componentes y lugares comunes, como asilo kitsch de la inagotable cultura pop. Todos enmarañados con la hilaridad de un inteligente venerador de su amante de nitrato.

Tarantino cayó noqueado en esa ocasión en el primer round a pesar de su superpeso; sin embargo, regresaría por la revancha con más paneles y pompa de antesala.

Mientras recomiendo fervientemente adquirir A prueba de muerte en el ambulante de su preferencia, me encomiendo a la tarea de expresar en palabras la experiencia reciente de Bastardos sin gloria vivida el último jueves en una butaca breñense.

En nombre del cine se admiten insolencias varias, todas motivadas por la excusa de la ficción y la libertad autoral, dando vía libre a esperpentos de toda clase como la última del arqueólogo Indiana en un Perú de tirapiedras, comehombres y enigmas sacados de un capítulo de Los Pitufos. Bajo esta permisión, Quentin Tarantino es uno de los principales insolentes en actividad, con la salvedad de los vítores tras cada trasgresión suya de las buenas conductas por parte de los especializados espectadores de pluma mediática.

La película se desarrolla en la Europa sumida por el nazismo, donde la cacería de judíos está en su temporada más productiva. Empero la prosperidad de esta actividad alemana promoverá la ira de la flamante y creciente competencia: la cacería de nazis por judíos a cargo de una pandilla de parias inscritos como Los bastardos. El derramamiento de sangre hace su manifiesto y la película parece teñirá de sangre todos los recovecos de la guerra.

¿Alguien niega acaso la simpatía hacia la pandilla de Aldo Raines y no ríe por la trasquilada de cabelleras y pellejos nazis? Pero, ¿si fuera lo contrario? ¿Si los malazos nazis lo hicieran con los indefensos judíos lecheros o ciudadanos desarmados? Seguro la risa sería remplazada por una tragada de espesa saliva en un silencio de sepulcro.

A eso juega Tarantino, a señalarnos jueces de la moral con la violencia justificada, dándole permiso a nuestro taimado fervor asesino para que desfogue su morbo durante los 153 minutos que dura la sesión. Eso es lo divertido, ver el gesto de la banda de Brad Pitt y girar la vista para ver el vacilón de las butacas vecinas. Seguimos a un ejército cazador que imita el modus operandi de sus sabuesos con métodos igual o más radicales y cruentos con el permiso de nuestras conciencias. A ambos bandos los mueve la xenofobia, no la defensa.

El cine, y lo sabe un amante suyo como lo es Tarantino, tiene el poder de escribir la Historia en las imágenes que proyecta, de crear mundos tan paralelos como distantes con los elementos de pasajes ya existentes y conocidos como son la Segunda Guerra Mundial y el desenlace del Tercer Reich.

Así no se haya vivido o leído la Historia, conocemos que Hitler y su Estado Mayor no perecieron en un ataque de bandidos terroristas o por consecuencia de un plan vengativo de una proyeccionista de películas en una sala de cine barrial. Eso es lo que hace el amor, elevar a tu amante al pedestal del mundo, al centro de tu (H)istoria. Tarantino demuestra ser un romántico, un fiel y enamorado servidor del celuloide cuando le atribuye el honor de un desenlace del Holocausto con sabor a revancha judía.

En el fondo de la acción suenan rockolas, guitarras y baterías; no pianos, violines ni ninguna sinfónica que sugiera a nuestras emociones situarnos en una matanza señorial o poética, asimismo que simule nuestra presencia en la agitada Europa de los 40. Las mociones de los bandos pleitistas son radicales y enérgicos, roqueras en esencia. Tarantino hace despliegue de su bagaje melómano para musicalizar a su antojo, con anacronismo válido, los capítulos filmados.

Esperemos que Bastardos sin gloria se sienta cómoda en Lima y se tome varias semanas para exhibir sus curvas ante la mayor cantidad de curiosos posibles. La cartelera, por miedo de inanición, se lo pide.

Bonus track:

Tarantino dicta, desde la comodidad de un sillón, sus preferidas (20) desde 1992. No pareciera un importante lapso de tiempo para una polémica lista, pero lo es.

Sí pues, sólo para angloparlantes.

lunes, 5 de octubre de 2009

EL ANIME EN LA TV PERUANA. 10 AÑOS PASADOS


Hacía 10 años, Gokú se convirtió en el único ser capaz de frenar la hegemonía de Superman en las animadas jerarquías de poder, relegándolo al olvido junto a sus enmascarados aliados venidos del norte gringo. Con ese finiquito irrevocable en el imaginario infantil se disuelve una pacífica convivencia que abonó diversidad a la lucha contra el mal en la década noventera -con importante predominancia de los Marvel boys-, abriendo paso a una nueva etapa de preferencias hacia avezados guerreros venidos de Japón o de planetas remotos como Veyita. Esta etapa tendría otras variables posteriormente como la fiebre coleccionista de monstruos de bolsillo (Pokémon) parangonable al suceso primero. Las animaciones venidas de Japón serían el producto de codicia televisiva entre finales de siglo pasado e inicios del presente.

Pero, ¿qué hizo pensar a los compradores televisivos que la nacionalidad del producto garantiza su éxito? Post Dragon Ball arribó a la señal abierta Neon Genesis Evangelion con pretensiones arrasadoras semejantes a las logradas en Oriente, concluyendo con pena que sus motivos apocalípticos no convencieron al público juvenil que delimitó sus gustos alrededor de las batallas de Gokú. No obstante, la serie de Gainax demuestra los grandes alcances dramático-fantásticos de la animación, soportando también perversiones psicológicas de sus ambiguos personajes. Es Evangelion la cumbre de las series animadas en cualquier geografía.

Ese es el punto de inflexión para el descenso de la marea por el furor de los nuevos títulos, explicado también por la falta de una renovada carta, en la cual Gokú aún figuraba como entrada y fondo. El chavo del 8 reaparecería para recoger los horarios que perdió por la oleada de anime, ratificando al canal 4 como su espacio de siempre. El súper saiyayín no perdió fuerza, pero sí influencia.

Entonces, el cable fue el refugio de los renuentes del monopolio “dragonballesco”. Locomotion dedicaba su programación a los rebeldes del 2D (Duckman, The Critic, Crapston Villas, Dr. Katz, Ren & Stimp y South Park) como también albergó a una digna variedad de anime donde reposaron los otakus emigrantes. Saber Marionette J, Blue Seed, Bubblegum Crisis, Rurouni Kenshin, Soul Hunter y Evangelion (aquí sí como figura estelar) fueron las series principales en esa temporada (2000-2001), la de su mayor apogeo, antes que Sony la comprara en enero del 2005 para mutarla 6 meses después en la actual Animax. Señal que dedica gran parte de sus horas al aire a anime pueril y pícaro pero inocentón (loli-con), más repeticiones hasta el hartazgo de unos pocos episodios de unas pocas series.

En los tiempos que corren, acudimos por socorro al DVD y a las descargar gratuitas de los dadivosos foros para mantenernos al día de lo que se sigue produciendo. Esta propagación ha auspiciado gratos descubrimientos como: School Rumble, Basilisk, Code Geass, Midori no hibi y las infinitas secuelas de los intergalácticos Gundam, que siempre tienen algo qué ofrecer.

Las eras pasan, no sin dejar cosecha. 10 años atrás, las matutinas jornadas de televisión fueron la única opción de acceso al producto animado japonés, desmedrado por el doblaje y por las omisiones a la música de opening y de ending que lo completan. Hoy, nosotros somos nuestros propios programadores, sea por consumo pirata o por descarga en los foros varios que pululan por la web, en idioma original, soundtracks y extras.

La movida sigue presente en constante evolución y adaptación a los nuevos formatos de difusión. De nosotros depende ser un consecuente filtro para seleccionar lo mejor de lo mucho que cae en nuestras manos. Gokú ahora puede descansar en paz.

domingo, 4 de octubre de 2009

MIRADAS EN TRANSICIÓN: CRÓNICA DE AFUERA Y ADENTRO


Y levantamos las frentes en la Plaza de Armas, increíble la cantidad de gringos que sobresalen por sus robóticas cámaras fotográficas. Son sus lentes indiferentes a la imponente pileta de piedra y a la plomiza bandada de palomas que le es fiel. Los remilgados edificios que los circundan, todos con algún jefazo dentro durmiendo sobre papeles, reciben un poco más de sus atenciones, empero sin mucho entusiasmo. La sosedad se les nota en la inactividad de sus aparatos, parece que pocas bondades nuestras merecen sus flashes. Cierto que nuestro cielo no es bonito, pero lo que está abajo tampoco es feo.

Más allá y más acá, varios cachacos rodean la plaza con gesto solemne, sus bayonetas óxidas protegerán algo aparentemente invisible. No vemos más, aunque tenemos paciencia, los gringos también.

Pocos segundos pasados, por el pasaje de las pollerías, se siente una presencia que despierta la avidez de los fotógrafos en inglés. Un tumulto acholado de peregrinos a bullanga se acerca con marcha rítmica y un enorme yeso encapuchado sobre sus hombros parece motivarlos. Los extraños se despegan de las gradas de la catedral, ríen y se miran como si vieran un oasis móvil y alegórico en un extenso desierto. Han encontrado un grupo de peruanos disparejos, pero haciendo lo mismo, siendo lo mismo, demostrando una identidad pintoresca o huachafa, pero auténtica al fin. Las cámaras fulminan como nunca y sus comentarios ininteligibles se hacen constantes, la hedionda sucursal andina de New York que venían inhalando se ha disipado por fervor feligrés.

Los cachacos hacen firmes y sus bayonetas brillan como pensé que su óxido no lo permitía. Tenía razón, cuidaban lo invisible, la fe a la Virgen de los gringos, los cánticos pop-gregorianos y la identidad de conjunto que ventila ese gentío multicolor. Un pedazo de Perú manifiesto a la orden de un rezo, una posibilidad como las que pocas quedan que concentran los colorinches de nuestras pieles y las variedades de nuestros ritos. El Perú con un solo DNI, pero coloreado por el arco iris.

Estos fotógrafos pielesblancas valoran una identidad con la que estamos peleados desde siglos, esa que emanamos esporádicamente cuando la tradición gana el pulseo al orgullo infundioso. Una vez desmantelada la fiesta improvisada, siguen los eternos trámites de divorcio y regresan los señalamientos a los cholos cochinos, a los blancos hipócritas, a los zambos rateros, y a cualquier grupito que se precie de ser unido. Literalmente estamos hecho pedazos; no obstante, cerquita, un joven utópico nos reconcilia a colores desde su arte, justo en un recoveco de la misma plaza donde mis amigos y los gringos que ya no toman fotos estábamos parados.

La parafernalia religiosa sirvió de preámbulo místico de la visita a los 18 postulados de Luis Espinoza sobre la unificación del ciudadano y su entorno variopinto en la galería Pancho Fierro. 18 obras ordenadas por antojo de “Beto”, según su propósito, uno muy comprometido con su contexto e idiosincrasia de sus vecinos que titula “Miradas en transición”.

Etnografía urbana (130cm x 170cm) nos da la cara y bienvenida a la espaciosa galería que minimalista presenta muros blancos y música raya discos como fondo. Es un cuadro que sintetiza bien la intención de sus hermanos, pero el que mucho abarca poco aprieta, dicen.

Por eso me dirijo a buscar algo más sugestivo como la grandota Tensiones (150 x 170cm), que en la multitud de rostros difusos y miradas perdidas parece dedicarle sus motivos a la pesadez y abulia en distintos gestos de hombres que sienten lo mismo.

Por suerte las emociones siguen en progreso cuando cruzo mirada con la estridencia de ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? (130 x170cm). Título existencialista pertinente a los rostros dubitativos que conforman el lienzo. El horizonte parece no estar trazado, por eso los anónimos dirigen su mirada floja hacia cualquier ángulo.

Aún quedan muchas esparcidas por las paredes pulcras del recinto, veo tantas y elijo a dedo las que proliferan rostros y conjunto de gentes que cada una dice otra cosa queriendo decir lo mismo. Y en ese cometido, el motor de la exposición, “Beto” logra su máxima con Imagen curtida (130 x 170cm), en la que no hay vacíos, pues aprovecha los límites del cuadro llenándolo de nuevas expresiones, todas diversas y dirigidas hacia un sendero en diagonal que es un camino azaroso.

La última importante de las varias estampadas a lo largo y ancho del cuarto es Ciudad absorta (100 x130cm). El miedo exorbita y cierra los ojos de los estupefactos de la imagen. Este mismo miedo provoca una separación entre los cuerpos que ninguna otra expuesta presenta. En esta, Espinoza no se circunscribe a lo gestual sino también a lo espacial. Mi preferida de las varias parecidas.

El remanente es un conjunto de expresiones menores que refuerzan los conceptos del novel artista. Impostaciones de pluralidad social como Abancay 291 (120 x140cm), que agrupa a guapa-alto-gorda-chibolo en una esquina, la barrocamente chichera Canción florida (150 x170cm) y Lo singular de lo cotidiano (102 x 145cm), indican su poca sincronización con temas populosos, aunque su tratamiento cromático con colores pasteles demuestra alguna injerencia en el tema.

El lounge que suena y bien nos remite a su fuente visible, el vídeo proyectado en un plasma solitario, donde vemos a “Beto” feliz con la fotografía y los pinceles en la urdimbre del motivo de esta crónica. “Miradas en transición” efectúa su feedback inmediato cuando sentimos el frío de la calle.

Los rostros y expresiones varias, irreconocibles por el efecto píxel -principal recurso de Espinoza para explicitar nuestra incapacidad de reconocer una identidad conjunta y mixta entre los ciudadanos-, son anónimas y efímeras mas no su intención reflexiva. Todos somos parte de un cuadro de variadas características, y en esa variedad radica nuestra similitud. Los gringos al tomar sus fotos alegremente lo saben, pues exentos de prejuicios criollos entienden nuestra imagen heterogénea cual barra inmensa de escala de grises propensa siempre a ampliarse ¿Por qué es tan difícil para nosotros caer en cuenta de lo que somos? En inglés preguntemos al rubio aquel que no cansa de cegarnos con su flash.

Un vistazo amarillento de lo hablado: