La parcialidad y la desinformación de prensa alarman. Toda discrepancia se ha reducido a lo imperialista y a lo antiimperialista y en base a esto se aplaude o sentencia. Veamos esto en el caso armamentista de la región.
La consecución de armas y equipos de destrucción masiva -noticiado como inversión en defensa nacional (sic)- es el destino de un importante porcentaje del presupuesto estatal para muchos gobiernos de todo el orbe. La región sudamericana nos es ajena ha esta tendencia belicista, despertando suspicacias de unos por los gastos de otros. Está demás decir que genera tensión política la adquisición millonaria de armamento entre países vecinos. Pactos de no agresión que se piden y rechazan, carreras armamentista flagrantes oficialmente negadas; Sudamérica castrense es la del s. XXI.
Brasil, Colombia y Chile son los tres países latinoamericanos que más gastan en pólvora, rifles y mastodónticos equipos “de defensa” ¿Y Venezuela y Bolivia? ¿No son acaso los países con los gobiernos más hostiles de la región? ¿No son subversivos diplomáticos contra el desarrollo económico de esta geografía? Deberían ser entonces los mejor armados y los más propensos al ataque. Pero, ¿por qué nos preocupamos de dos gobiernos que lejos están de ser los máximos derrochadores bélicos? ¿No será porque su socialismo es incómodo para los que ahora gobiernan como sucursales de EE.UU? Saludos, García y Uribe.
Particularmente me hastía ver al presidente peruano en todos sus feos ángulos y con distintos disfraces según la región que visite como proclamador de bienestar en todos los recovecos de su jurisdicción, Perú. Pequeño favor que nos hace la Tv al programarnos a su jefe presidencial, que habla tanto como regala en concesiones el país. Mientras que sus detractores apenas figuran, y de hacerlo se les señala como agitadores contra la armonía política. Es que proponer pertinentemente un cambio constitucional del presente, con que el presidente se ubica en un pedestal cual intocable rey, es casi una herejía.
Toda acción o propuesta antisistémica de este discriminador y centralista, que habla de cifras y nada de gentes, es satanizada por los manejadores de la opinión pública en imágenes, voces y letras. Ejemplos: izquierda-política/terrorismo, protesta-pública/subversión. Los más saltantes de estos señalamientos son los soberanos Hugo Chávez- de acciones tan cuestionables como saludables- y Evo Morales, que en sus protestas antiimperialistas parecieran evocar el desorden político o un atentado contra la modorra -no paz-. Sin ser políticos de admiración, sus defensas al patriotismo y al orgullo independiente valen más que el compadrazgo de los proindustriales que descapitalizan el país con permiso de sus dueños de turno, los presidentes electos.
Colombia dobla el gasto armamentista de Venezuela y ha acordado recientemente, en un trato oculto a los pueblos, contar con poderío estadounidense para derrotar a las FARC cerca a sus bodas de oro, dándole la potestad de sus 7 principales bases ocupadas por 1400 gringos. Un acercamiento que debería preocuparnos más que los alegatos de Chávez en señal abierta. La preocupación por las FARC trasciende las fronteras colombianas, esperemos que las intervenciones militares estadounidenses no superen los límites de su concesión con motivos de operativos militares. Sin embargo, a Uribe -como es del grupo de García, que hace reverencia a los sucesores de Washington- se le palmotea el hombro.
Los medios han seleccionado a sus puntos de elogio y de diatribas, perjudicando al pueblo al parcializar sus puntos de vista desinformados. Este poder fáctico influye tanto en la sociedad que algunos intereses subalternos se ven beneficiados con tanta confusión y equívocos. Tanta válida suspicacia da jaqueca.
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