lunes, 2 de noviembre de 2009

LA NOCHE EN EL MONTE CALVO (1933), de ALEXANDER ALEXEIEFF. Ver para sentir

Un nuit sur le Mont Chauve

Un alocinógeno sombrío hecho con alfileres es esta pieza magistral de lo fantasioso y onírico. Pesadilla inintelegible en lo patente, entendida como amedrentadora por las sombras y oscuros que abarcan gran parte de la pantalla durante el metraje de esta cinta inspirada en lo fantasmal, supeditada a la sugestión o imaginación lóbrega del espectador para interpretar las muchas formas no reconocibles que se muestran. Un oleaje de grises lindante con lo puramente abstracto que busca perplejidad y extrañeza por lo que miramos, haciéndonos ver nuestro temor a la ausencia de luz.

Junto a su esposa, Claire Parker, creó el Pinscreen, pantalla blanca compuesta por miles de alfileres en una base, que al presionarlos del lado inverso confeccionan formas o sensación de movimiento, consiguiendo así otro rango de texturas y efectos similares al 3D, totalmente distantes a los de la animación convencional de ese entonces.

Este es uno de los más claros y mejores ejemplos de esta técnica producto de la paciencia y la creatividad desbocada. Un mundo que se percibe carente de júbilo y paz, compuesto por figuras o entes que no precisamos a descifrar en la nebulosa Un nuit sur le Mont Chauve.



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