miércoles, 31 de marzo de 2010

LECCIÓN PINCHA

Juan Aurich fue apenas una brisa de otoño. El Ciclón fue el del otro lado, ese que lo subtitulan hasta el hartazgo como Campeón de América. Estudiantes de La Plata aseguró unos meses más de vida en la Copa, poniéndole fin al expectante cuarto de hora del Juan Aurich. Un peruano menos en Fox Sport.

No fue por timidez que el Ciclón soplara débil sino que el Pincha no permitió ventilación. El tridente, de izquierda a derecha, Ascoy-Tejada-Manco tuvo enfrente un tumulto de piernas agresivas en la marca que pocas veces pudo superar. Clemente Rodríguez estuvo de frente a Manco, Angeleri a Ascoy, y Desábato-Cellay a Tejada para frenar en primera sus intenciones; Braña y Sosa, de oxígeno inacabable, secundaron la defensa de los primeros, regresando desde la volante central para la obstrucción más que la recuperación. Verón, libre para pensar y lanzar, se equivocó mucho, pero fue actor secundario desde la concepción del partido.

Sabella, técnico visitante, ordenó dejar trasladar a los chiclayanos hasta ¾ para luego estorbar el avance en últimos metros con una presión asfixiante por delante y detrás. Ciciliano, de pase corto improductivo, encontró el envío largo más inútil aún. Y es que la línea de tres que bloqueó a Tejada dio libertad a los lateral-volantes Clemente y Angeleri a sólo preocuparse por Rei y el Burrito, respectivamente, que fueron haciéndose invisibles mientras corría el reloj.

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La frustración del bloque ofensivo de los rojos se dejó ver en que La Rosa, un negado por natura de talento en los pies, tuvo más la pelota que Ciciliano en la mitad del campo. El colombiano sin campo de acción, las espaldas de los defensas para habilitar a los delanteros con sus cambios de juego, se vuelve trotón y dueño de un juego con la profundidad de un coño. Desactivado el cerebro, el cuerpo no responde con inteligencia.

El Pincha ocupó todo el área que el Aurich debía conquistar para su lucimiento. La zona derecha estaba tan congestionada que Guizasola no atacó para no entrar al tráfico. Por el otro lado, Gerson Vásquez, con menos potencia para la proyección, dejó también desairado a su compinche Ascoy, que se enfrentó solo a Angeleri, Braña y a los límites del campo. Una vez entrado Chiroque, Ascoy de media punta en la nómina fue un fantasma en la práctica.

Estudiantes no esperaba ganar. Principito Sosa encontró un balón mal rechazado en el área. Con timidez, los centrales Araujo y Álvarez, sólo lo vieron ingresar y servir a Gata Fernández que de un sólo toque la metió. Ese fue el primero. El segundo fue una genialidad del picapedrero Braña que aprevechó una volante desatenta, una defensa lejana para el cierre, un portero adelantado y el viento a favor. Hasta la naturaleza le dio la mano para cerrar el partido.

Verón y Cía. se van a La Plata dejando en Perú la lección “Cómo ganar al Aurich sudando mucho atrás y poco adelante”. Le estudió su única forma de jugar: vistosa, pero que privilegia las individualidades; la contrarrestó con aglomeración de hombres con vocación de marca en zonas clave y apeló a esporádicas luminarias suyas. No todos pueden aplicar ese libreto, pero ahí está, archivado para su estudio y aplicación.

Si queda algún saldo para L. F Suárez es la preocupación de cómo variar su esquema. Esa respuesta tal vez la encuentre contra Inti Gas o Sport Huancayo porque su periplo internacional terminó.

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